El ORDEN EN EL ESPACIO


El fundamento de la cosmología está en ordenar el caos. Cuando analizas las distintas caras de una pieza de sílex, por ej. en  esta de la imagen  (Fig.36) en concreto, vas viendo lo que más llama tu atención como esa faceta con más  cúpulas y signos astrales. Con una mirada más global en otras  caras también vemos alguna otra cúpula. 
figura 36
figura 37



Vemos el vértice posterior como punto de unión de cuatro planos o más bien tres porque llamando la atención sobre si misma aparece fuera de las distintas facetas planas todas sin cortical la única cara curvada en forma de almendra y además la única  con su cara cortical original (Fig.37). Comprobamos en el extremo la extracción de una lasca en el plano descrito de las cúpulas con el único sentido funcional al hacerlo de concretar en la cara contigua  esa forma almendrada que Cirlot en Tetramorfos llama mandorla el centro y quintaesencia de la cuaternidad recogido por  el arte bizantino y románico para situar el Pantocrátor que evidencia su importancia simbólica aquí concebido con la cortical como reflejo de un orden natural. La idea del Tetramorfo  con este símbolo almendrado (mandorla) está en <la intuición del espacio como orden>     según Cirlot que deja decir a Yung: Esta  analogía expresa sólo la fuerza e integridad de un sentimiento de ordenación espacial que deriva de principios espirituales y psicológicos, que eligen el tres o el cuatro según se muestren adecuados a las nociones de actividad e interior o de pasividad y situación. Además de las cuatro caras unificadas por el vértice del extremo inferior vemos en la imagen de arriba (Fig.36) otra cuaternidad formada por esa línea que sube para caer en perpendicular formando los dos nuevos planos y dos nuevas direcciones.

 En el plano de la izquierda, con todo un firmamento simbólico manifestándose arriba en los bordes vemos una hermosa cúpula oval con su base ladeada a la izquierda en uve.  Una franja negra se abre en dos en el vértice de la v para unirse y unir a su par negro conformado como cortical en una ligera concavidad de geoda. Esa conjunción  de opuestos de lo negro de la geoda y lo blanco de la cúpula muestra también un orden de la manifestación celeste  del Día y la Noche. Esa línea que cae como un cenit  de esa blanca cúpula oval imagen del día se rompe en la representación de esa imagen y de otros signos que bordean la parte superior  para encontrarse de nuevo con  esa recta en la línea central que cae en perpendicular al otro lado. En esta piedra tan compleja y disforme a primera vista donde solo distinguíamos  la particularidad de algunos signos y cúpulas descubrimos en su análisis global el simbolismo Tetramorfo de  ordenación  y situación en el espacio donde destaca sobre  todo dentro de la  complejidad de un simbolismo tan universal la armonía geométrica de ese símbolo circular comprimido en forma almendrada de la Mandorla como  sentido esencial o quintaesencia   de ese orden. El hombre primitivo encuentra frente al desamparo  ante la multiplicidad y la confusión del mundo la dicha del sentido unificador geométrico de ese circulo en redondo de conclusión estética comprimido  como símbolo de esencialidad frente a la apariencia inconsistente  y superficial de las cosas de lo fenoménico y cambiante creando un sentido  nuevo  de un orden  más básico y esencial frente a la confusión del mundo y sus caprichosas apariencias como aprendemos de Worringer. Conformando ese orden armónico la Mandorla proyecta además matrices   simbólicas  de altura de cualidades estéticas como la Montaña o de belleza  y plenitud como el amanecer  o el ocaso (Fig.38 y 39).


figura 38

figura 39
 En otra pequeña pieza encontramos el mismo referente simbólico almendrado abriéndose a los cuatro planos, más estrecho en el lado grueso superior.  Hay un rebaje lascado en el plano lateral derecho que a la vez que perfila en perfecta simetría circular el borde lateral del almendrado conforma a poco más de un centímetro un arco paralelo que abre el plano de la manifestación. Efectivamente buscando el borde superior resalta la cara perfilada semejando  la cabeza de un caballo  para converger en el vértice superior atípico con un huevo minimal arriba en su costado. De ese vértice  lascan un bocado  continuando el borde en el lado  derecho conformando  una cuaternidad  donde está la cara del caballo y la del huevo a la vez que forma  el negativo como vacío invertido  de la misma. Justo en el lado opuesto una imagen estática del sol en una uve muy abierta  recoge en perfecta armonía al astro rey en el nacimiento o el ocaso del día(Fig.39). 

Vemos de nuevo el símbolo de la mandorla en el extremo frontal izquierdo de una pequeña piedra caliza  (Fig.38) de poco grosor pero suficiente para crear planos distintos. En la amplia base del  plano frontal de 11`5 cms. reposa la representación  de dos animales confrontados; la cabeza del ciervo parece encajar con el frente de la mandorla almendrada incluso dando forma a los cuernos; en  el  extremo contrario  puede ser su pareja hembra emparejada también con la montaña y el cielo. Destaca el fuerte sentido ascendente  dado por la contrastación de planos en ambos lados formando una cuaternidad Estas tres muestras  dicen de diferente forma lo mismo  basándose  en la intuición para ocupar y ordenar el espacio de modelos y mundos paralelos de gran potencial simbólico. Las tres imágenes tienen el mismo símbolo fundamental de la mandorla de donde dimana distintas combinaciones y formas simbólicas. Del centro del almendrado surgen en ambos lados dos planos superiores, el reverso sobresaliendo como una montaña; en el auténtico lado representativo la cumbre la forma el sol de donde parten, formando una ligera y amplia concavidad, las dos líneas que forman el símbolo irradiante de la uve presente de forma distinta en las tres muestras.

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