COSMOVISIÓN DE CABALLO CON BATARRABI

figura 23

Oteiza descubre el arquetipo de una  cosmología original vasca de una cultura que llama del cielo. Del hueco madre del cielo (Arra) surge de un cielo dos: traducción de Batarrabi - el día (el sol)  y la noche (la luna);  y en ese cielo de los dominios del águila Oteiza coloca elevado en todo lo alto del edificio espiritual original vasco  el caballo tótem de nuestra prehistoria. En esta pieza pilar triangular (Fig.23) están perfectamente representadas las dos imágenes; en la mitad inferior del pilar, el Batarrabi simbólico del sol y la luna en el centro de dos cúpulas unificadas y en la parte superior derecha resalta la cabeza del caballo sobresaliendo  un poco desde su boca el recto perfil frontal de su cabeza. En ambos lados las líneas se curvan para subrayar y recoger reverentemente la cabeza del caballo.

 En esa parte inferior de la fig. 24 llama la atención un distintivo saliente en el pie de  la base derecha  indicativo de ese mundo  subterráneo, telúrico, generatriz  y emergente que  vemos en este pequeño grabado triangular abajo en la base en fragmentos mas o menos oscuros de geoda  formando pequeñas cavidades de ese mundo inferior de tanta potencialidad. Así se complementa la unidad de la pieza en un todo de mundo celeste y terrestre, dia y noche y como composición entre el contenido cosmológico y totem y la forma tridimensional y ascendente.  Este pilar  triangular, elevando  al cosmos  esta estatua de caballo del tamaño de la mano del hombre de  9cms con lados variando sobre 3cms de anchura, entra dentro de las características   del arte escultórico más original y sintético, más escondido  y simbólico tan  distinto a ese  arte de mayor belleza de la pintura de las cuevas.
figura 24


 Si en la cueva santuario la pared es el cielo donde pintan en la escultura en piedra está el espacio como fondo ontologizador donde las formas contienen dentro de sus límites el sentido ascendente de esta imagen sagrada levantada en estatua totem. Esta muestra  ascendente de caballo tótem sería capaz de movilizar y levantar universos sensibles en el imaginario cultural original. Constatamos en esta representación la portentosa  visión mítica que ya Jorge Oteiza  había descubierto y recreado  así como verificamos con muestras evidentes la teoría oteizarra de la gran aportación cultural civilizadora de esa aventura mediterránea que parte de aquí allí en expediciones en busca del país donde nace el sol. De justicia es rendir homenaje con esta humilde aportación  al gran esteta escultor y poeta Jorge Oteiza verdadero descubridor y promotor de esta  nuestra cultura original  preindoeuropea vigente en la estética de las grandes imàgenes de los mitos fundacionales mediterráneos así como en el sustrato de la lengua y su toponimia

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