El lenguaje
simbólico de la representación paleolítica gira en torno al modelo emergente,
terrestre y numinoso de la gran madre omniabarcante, que acapara también la
cosmogonía celeste. Así lo expresa el hermeneuta A. Ortiz Osés en su libro La Diosa Madre. Asimismo recoge el
mismo autor en otro libro De lo Humano lo Divino y lo Vasco la versión que
da la arqueóloga M. Gimbutas en su libro El lenguaje de la Diosa
sobre el ave acuática como símbolo de la Diosa
Madre ya que el ave acuática parece ser la que mejor
representa el sentido de esa gran madre que reina en la tierra, el cielo y el
agua, misión de gran madre y sigue
ejecutando, según la tradición la cigüeña y sigue trayendo a los niños de esa
ciudad del paraíso de los sueños, comúnmente llamada PARÍS.
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