LA LENGUA NACIENDO EN EL ARTE


A diferencia de la pintura de las cuevas, donde el hombre se distancia del mundo ordinario en busca de un espacio intimista ascensional, más sagrado y metafísico, dando vida en la cueva santuario a sus animales tótem y a sus mitos, con los  que se elevan, haciendo  de las paredes y techos  el cielo donde pintan, como dice Oteiza, el arte en el sílex reproduce  también todo ese mundo animal   donde abunda el mundo de las aves ayudando a elevarse al hombre. Este arte más complejo y difícil está más cercano a la inmediatez del mundo  cotidiano a un modelo expresivo de un lenguaje fuertemente simbólico  que naturalmente se vera reflejado en el habla.

figura 18
El objetivismo táctil del hombre escultor está más  ligado a las formas sugerentes de lo táctil para sentir  ese  mundo irradiante de la materia transformado por su mano en el preciado tesoro numinoso del arte. Valorando plenamente el esplendido arte parietal y mobiliar clásico de las cuevas de un perfecto realismo naturalista como foco y escuela de cultura tendría  seguramente tanto o más importancia simbólica e interés cultural este arte en sílex como nos revelan  piezas como estas de la ribera del Ebro de Navarra. Una muestra reveladora del nacimiento de la lengua desde el arte la vemos en la pequeña lasca de finales del paleolítico de la parte de abajo (Fig.19) que acompaña a esta imagen mucho mayor de  bulto redondo del águila de Cascante de alrededor de 36.000 años de la figura 18 que analizamos.

figura 19
En esta representación de 17cms por 12  de alto y 10 de ancho  se puede decir que  no está la identidad del sujeto  hombre  sino la creación, la naturaleza creadora aliada con el hombre en la experiencia objetiva que expresa esta imagen  dada casi de forma natural en el nódulo original como lo muestra la presencia de la cortical  en todas sus caras excepto en la cara de atrás que rompe separándola del nódulo. Hay tres partes señaladas y claramente elaboradas la parte de la cabeza, la parte de la esfera solar que atrapa con sus  garras y sobre todo han trabajado el relieve que forma el alerón en cuya parte de atrás aparece como efigie de renacimiento otra nueva cabeza de águila silueteada como ave fénix capaz de resurgir de sus cenizas para renacer cada día. En este arte no destaca tanto como en el arte de las cuevas la riqueza expresiva y plástica sino que trata de representar, dada su tosquedad y su dificultad expresiva, como ocurre en los dibujos infantiles, lo más característico y   esencial quedando más señalada su carga simbólica. En la forma abstracta de la cabeza no deja de señalar  el pico en su extremo no visible en la foto (Fig.18) donde destacan sobre todo  esas  características  más propias y distintivas del águila  como el ala de su poderoso vuelo desplegándose para el vuelo de más altura  o como esas potentes  garras que vemos atrapando con ellas al mismo sol en su forma de esfera. La pequeña lasca inferior muestra también las garras del águila   ARRANCANDO  la puerta del sol que agarrará de las mismas entrañas de la tierra en su misión de alumbrar el tan ansiado nuevo día.

 Dominando el espacio celeste  vemos al águila representada como la gran cazadora, el ave símbolo de la altura, de lo espiritual. Pero es formidable ver  hoy en día 35.000 años después, estatuas semejantes a esta con su antigua identidad solar de la esfera entre sus garras. Asimismo aparece nombrada en  la lengua vasca el águila solar: Arrano (Aguila) Eguzki (sol).  Anterior al mito solar de Eguzki el viejo mito olvidado  del águila solar ya llevaba el sol  en la palabra Arrano como lo descubre Oteiza  en sus raíces  de Ar: hueco del cielo y An: Allí el sol, cuando deslumbrados por el asombro ante él apenas se nombra se  señala como insondable misterio sagrado de la  vida.

Vemos esta pequeña representación de la imagen 19 de 5`5cms por 4`7 de alta definiendo claramente la entrada en la lengua de la palabra arrancar tan castellana y tan vasca.  El águila está representada en la parte superior perfilándose  con la cabeza en el lado derecho y sus alas extendidas arriba en el lado izquierdo. Debajo, donde mayor relieve y grosor  cobra la  pieza, unas pequeñas muescas trabajadas sitúan en  su borde las garras del águila levantando la pared formada por la geoda de cuarzo iridiscente. El mito solar del águila  capaz de mirar al sol de frente, la  sitúa en los confines  de los montes y las tierras, allí   en el oriente   profundo para ARRANCAR alzando con sus garras la puerta  del sol y al mismo sol naciente  y abrir  el milagro del día,   Con el rango de ser superior capaz de asumir  la potencialidad creadora  y hacedora de lo fenoménico, el águila: ARRANo cobra el poder original de  la causalidad misma, creando en lengua vasca  del sonido del cencerro Arran o la belleza del Arco Iris: Arranbel y  es causa  del movimiento y la acción original  representada en imagen  creando la palabra  ARRANCAR vasca y castellana que vemos nacer desde la representación artística con toda la  auténtica  originalidad  de la imagen  mítica.

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