Estas muestras tan toscas de Venus apenas
elaboradazas, de formas nada refinadas,
alteran la tan magnificada visión
convencional de las clásicas Venus del arte mueble. No hay riqueza artística y
expresiva pero lo suplen con mayor carga simbólica. Las sugerentes formas y
proporciones naturales motivan dicha representación como es habitual
en esta forma expresiva tan arcaica y
original. Parecen captar a través la
mirada del asombro como en un juego de
la infancia las formas propias de esa
naturaleza sustentadora. Dentro de las formas convencionales de las Venus encontramos
esta imagen de forma convexa en bulto redondo (Fig.30) sobresaliendo en relieve sobre un dorso lascado con gran sentido armónico. Del
bulto sin pies y sin cabeza que forma la imagen de esta Venus (Fig.30) apenas
antropomorfa destaca en forma
sobresaliente, en lo alto a la izquierda de esa línea que perfila la convexidad,
la característica cavidad vulvar. Del centro de la vulva hacia arriba
está la parte más abrupta de la pieza sobre
todo en la cara más frontal de la izquierda con su propia cortical continuada
hacia abajo hasta los lascados que definen el acabado inferior de la pieza.
Destaca en la parte superior de la vulva como simiente de fertilidad masas redondeadas de
calcedonia un material simbólico, de lo prolífico
emergente, que suele aparecer en betas y
geodas.
figrua 30 figura 31
De esta Venus convexa (Fig.31) sobresale esa linea central elevándose de forma prominente como una montaña o más bien podríamos llamar monte de Venus al tener debajo una ligera concavidad romboide señalando esa característica vulvar. Esa línea es la manifestación
terrestre de los dos mundos ctónico y
telúrico de la cortical más oscuro donde destaca el perfil de una gran ubre y el del claro amarillo solar
superior y celeste con contornos frontales antropomorfos. Es de destacar las
huevas que aparecen en la geoda vulvar
aparecen coloreadas en el otro lado de la montaña o monte de Venus como símbolo
de ubérrima fertilidad.
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